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Foto del escritorAnahí C.Rozas

Entrevista a Genoveva Arcaute, por la publicación de su novela "Clínica"

Actualizado: 11 sept 2021



Tengo el gusto de compartir con ustedes, la entrevista que le hice hace muy poquito

a Genoveva Arcaute, por motivo del reciente lanzamiento de su libro “Clínica"


Genoveva, nació en La Plata, Argentina, en 1953. Es escritora y diplomada en letras.

Lectora voraz, amante de la naturaleza y de la pintura.


Trabajó como Profesora de Letras, en la "Universidad Nacional de La Plata", y actualmente labora como traductora freelancer de francés.


Fue redactora (colaboradora) durante 10 años en la Revista “Humor Registrado,” medio periodístico de gran éxito.


Le encanta escribir en sátira, porque se siente muy cómoda haciéndolo. También, es amante de la poesía.


En 1989, obtuvo el Primer Premio en el "Festival de Teatro Independiente", por la pieza “De dulce de leche y chocolate”.


Ha publicado 3 poemarios, y con su más reciente publicación "Clínica", 4 novelas.


Los invito a acompañarnos de esta grata reunión, la van a disfrutar. Genoveva es mágica, divertida, fresca e irreverente.


Genoveva, cuéntanos un poco sobre ti.¿Cómo es un día en tu vida y qué actividades sueles realizar diariamente?


Mi vida es actualmente un poco caótica. Al retirarme de las clases, las agendas y los almanaques que quedaron obsoletos, cada día es diferente, se acabaron las rutinas y si vivir el presente es en estos tiempos un imperativo atrayente, allí estoy.


Me preguntan qué hora y día me quedan bien para grabar algo o intervenir en alguna lectura, digo “cualquiera”, “la que te venga bien”. Es raro, después de muchos años de horarios rígidos, de esos en los que hay un timbre que te dice que hay que empezar, y otro que te dice que ya has terminado.



Un día de los míos contiene caminata por el parque que tengo cerca y aparece frecuentemente en mis narraciones o poemas, lectura de estudio y lectura recreativa, ordenamiento de archivos en mi compu, que es como un cuarto repleto de cosas, escritura cuando se puede, cocina y claro, la vida en pareja que ha entrado en una etapa nueva y amorosa.


Podemos proyectar un viaje, pero esa y otras cosas han quedado para más adelante. Y los días en una casita de campo, y cuando digo campo digo llanura argentina, aquí nomás de la ciudad de La Plata, a unos minutos. En la ciudad vivimos en un lugar pequeño, sin jardín ni balcón. Y esa salida es realmente maravillosa: amaneceres, atardeceres, tormentas, pleno sol y fuego de leña.


¿Por qué estudiaste literatura? ¿Es tu verdadera pasión? ¿Qué satisfacciones te ha dado?

Sí lo es, desde los siete años entendí que podía ser autora de cuentos e historietas como los que leía o me leían, yo me puse la palabra “escribana” porque no conocía otra, pero fue un secreto, no lo dije. Fui lectora voraz en todas las etapas y siempre encontré sentido en la lectura.

La época de la facultad fue quizás uno de los mejores tramos de mi vida al respecto, la discusión, el debate, el conocerse a sí mismo, los desafíos. Aunque los tiempos que me tocaron fueron turbulentos y trágicos, la disposición entera hacia el estudio es un estado que me colma.


Conservo el francés de mis padres, leo todo lo que puedo en ese idioma, y el griego antiguo de la facultad, que retomé, puse a nuevo y me permite leer filosofía y poesía, permitirme alguna traducción.


Siempre es satisfactorio lograr una página, un verso, un sintagma siquiera que acertó en lo que uno buscaba o reveló lo que uno buscaba o abrió algo nuevo que ni soñabas. Esa es la satisfacción.


Cuéntanos sobre tu diplomado en letras, en la época de la dictadura militar. ¿Te fue fácil estudiar? ¿Qué retos implicaron desarrollar tu carrera durante el periodo militar?


Los primeros años de la carrera fueron vertiginosos, quería abarcar mucho, cursar todas las materias posibles, hice un curso de alemán en el "Instituto Goethe" al mismo tiempo, tenía una entrega total.

Pero la política, que es un complemento siempre de la vida universitaria, se puso violenta, había tiroteos, allanamiento de las clases, y las desapariciones después pusieron todo en otra clave, siniestra. No había profesores ni programas. Letras es muy sensible a lo ideológico, entonces todo se frenó.

Me casé con un compañero, tuvimos un hijo y recién entonces, en un silencio y una paz de muerte, dimos los últimos exámenes. Tampoco encontramos trabajo. El peligro era real. Con la vuelta a la democracia vinieron los textos teatrales y el desborde de la sátira.


Sabemos que, a raíz de la muerte de tu quinto hijo, una niña, te refugiaste en la literatura: en la escritura. ¿Cómo enfrentaste este episodio, y lo volcaste en la escritura de tu primera novela? ¿Consideras que la literatura te curó/salvó?

Sin duda la literatura fue un madero en el naufragio.

Recuerdo haber buscado en esos días de luto reciente un poema de Miguel Hernández sobre la muerte del hijo, lo leí tantas veces como fueron necesarias para poder hallar mi dolor indecible.


Ya teníamos cuatro niños a los que había que explicar la muerte de la hermana, de algo tan brutal que tiene como nombre “muerte de cuna”, como si el lugar donde sucede fuera la enfermedad. Vértigo, y un seguir adelante a empujones. Años después, unos cinco o seis, empecé a narrar, a escribir un borrador que sería "Mandorla", mi primera novela


¿En qué ha consistido tu trabajo colaborativo durante 10 años en la Revista “Humor Registrado”?

El humor es salud, diría.

En 1978, año del mundial de fútbol en Argentina –que la dictadura usó para blanquear su imagen de muerte, apareció "Humor Registrado", que en América latina tuvo una difusión muy grande.


Empezamos con Jorge, mi esposo, a enviar notas, así, de afuera, y nos invitaron a publicar. Gente maravillosa, comprometida, de ideología plural pero anti dictadura, claro.

Fueron diez años de ocupar un lugar de privilegio, pasaron los cien mil ejemplares quincenales, algo único para una revista. Así se aprende el oficio: eficacia, síntesis, y se tiene respuesta inmediata. Ver tu firma en esas páginas te confirmaba en algo de lo que siempre duda ¿soy escritora?

¿Cómo compaginas tu labor como docente con la escritura? ¿Cómo sacas tiempo y motivación para escribir?

Como el humor, la enseñanza es una escuela de lenguaje. Es un desafío diario, hay delante treinta jóvenes malhumorados, y debes encantarlos, desafiarlos, convencerlos de que lean y lean hasta encontrar el poema, el relato, la novela que se clave en su problemática, y lo alivie, lo desmienta, lo entretenga hasta olvidar que eso va para la escuela. Y claro, también, mostrarle que la lengua tiene sus secretos, que puede dominarlos y usarlos para su bien, que puede amar la sintaxis bien lograda y reconocer qué quieren decirle en un texto.

¿Alguna manía a la hora de escribir o leer?


Dar vueltas como los perros tratando de evitar eso que es sentarse y buscar las palabras.

Algo quiere ser escrito por vos y te acosa, algo debe salir y te aguantás. Hasta que finalmente un resorte interior se libera y ahí está, frente a la pantalla empieza, no importa dónde, a qué hora.

He escrito los poemas de Frida tomando examen y si un alumno venía a hacerme alguna pregunta le decía “después” y anotaba un verso más.

No, no tengo rutina, tampoco tengo gato, que parece ser una mascota muy inspiradora.

¿Sobre qué temas te gusta escribir y cuáles son tus géneros literarios favoritos para hacerlo? ¿Cuántos libros has escrito y publicado?


Los temas de escritura son pocos, casi diría que cada autor tiene un tema solo, que adopta fábulas diferentes, o momentos variados. Uno de los míos es seguro el lenguaje, la forma, el hallazgo poético, aunque Barthes dice que no hay que escribir sobre escribir, casi nadie lo hace.


El relato puro, la peripecia más o menos ingeniosa está ahora en la imagen, en las series o películas. Para la palabra queda aquello que no necesita más que palabras y que con palabras crea la maravilla.


No tengo un género favorito. Hay diferencias de modalidad, cada impulso creador elige su forma, pocas veces cambia.

Un mundo aparece y pide ser poema o relato o novela, claramente.

Sí creo que la poesía es más esquiva, hay que ser muy exigente con la imagen poética, no es una visita frecuente.


Después de "Mandorla" en 2007, vino "Todas somos Frida", poesía, en 2010, después "Biblopista", novela policial con elemento fantástico en 2012, "Diario de inminencia" en 2015, poemas sobre los estudiantes durante la dictadura. Finalmente en 2019 una novela, "Kiosko" y un poemario, "Partes del Simbionte". La comuna de mi ciudad recopiló nuestros artículos de Humor en 2018, para los cuarenta años de la revista.



¿Cómo crees que el internet contribuye al mundo literario? ¿Crees que es una gran vitrina para su exposición o por el contrario, una barrera?


Es una maravilla, sin dudas. Mis padres no tenían teléfono, y yo estoy al instante donde quiera viendo, literalmente, un lugar, la prensa del mundo, los acontecimientos y casi todo lo que antes estaba en veinte tomos de enciclopedia, de esas que se compraban en cuotas y envejecían pronto.

En cuanto a lo literario, también me parece positivo ese contacto instantáneo con el mundo. Escribo en español, mis lectores no están todos en mi ciudad, mi capital, mi zona. Colaboro con un sitio web de México y me leen con gusto quienes nunca me hubieran conocido en otra época.

Tengo mi página, www.genovevarcaute.com, donde está mi producción, libre para descargar. Me gustan los libros en papel, con un lápiz en la mano, pero he leído tanto en digital, que últimamente que me sorprendo.


¿Cómo nació la idea de escribir “Clínica” y qué ha significado para ti su publicación?


Clínica nace precisamente de ese cambio de paradigma que vivimos los escritores. Se trata de un grupo casi desconocido que participa de un experimento, clínica o taller, cuya coordinadora tiene el poder de digitar el resultado de un concurso con premio muy apetecible. El relato se adueña de esa leyenda negra en torno a los concursos y los miedos y vanidades que despiertan.


Son personajes del mundillo, ambiciosos e inseguros, son artistas buenos, pero quieren hacer rápido su carrera y un premio les vendría muy bien. ¿Son impostores? ¿Acaso no lo somos todos?


Y están las historias de cada uno, diferentes, para que el lector juzgue y elija la ganadora, también se teje una intriga y, bueno, ahí está la gracia. ¿Qué harías para ser famoso y celebrado rápidamente?


Acabas de lanzar tu novela “Clínica”, cuéntanos de qué trata y dónde podemos adquirirla.


Pues de lo que hablaba: hacer la distribución de mi novela, digital ahora, después de hacer la experiencia local: llevando mis libros a las librerías, creando una editorial independiente, pretendiendo autosolventarme.



Ahora me lanzo al ancho mar de la web, esperando que sea pescada por lectores y que queden satisfechos de saber algo más del proceso creativo, de las dudas y temores de quienes se ven ganando o perdiendo, o haciendo justicia en un mundo despiadado.


¿Qué planes y proyectos literarios a futuro tienes? ¿Se avecina la publicación de más libros? ¡Queremos novedades!


Hay cuentos, que llegan ya a un volumen regular, casi listo para ser publicado, aunque quisiera que fuera más que una sucesión de relatos sueltos. Que diera espacio a otros formatos breves, con un lenguaje innovador, si eso es posible. Y hay poemas, que también sufren la exigencia de formar un texto coherente, homogéneo, que crezca en cada página y complete un sentido. Así son los tres poemarios que he publicado. Y me tienta alguna traducción de poesía griega.


Queridos lectores, hasta aquí llegamos hoy. Espero que hayan pasado un buen momento con nosotras.


Si desean comprar la versión digital de "Clínica", pueden hacerlo dándole click aquí.


Los invito a visitar la página web de Genoveva, para mejor y descargar sus libros.


Instagram: geno_arcaute

Facebook: Genoveva Arcaute


Anahí Cuadros Rozas

Ayudo a autores noveles e independientes de todo el mundo a cumplir el sueño de autopublicar y lanzar sus libros con éxito y calidad #enpapelydigital


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